#LaPalabraPrecisa

#326

07/08/2020

 

Sobre el asfalto

Ignacia Sansi


¡Venganza a la yuta! ¡Venganza a la yuta!, gritaba la madre de Braian abrazada al cajón. Se lo dije al Braian, cuando estábamos con el Chino y el Pulga en la plaza. Después vinieron las pibas y no sé, no hablamos más de eso. Nos pusimos a boludear. Qué sé yo. En eso, el Braian dijo de ir a pelotudear como siempre. Me dijo que yo era un cagón y que él iba a ir. Le hice acordar que la última vez fue un quilombo. Él se rió, y empezó a caminar. Las chabonas también se rieron y dijeron que iban. La Yésica caminaba abrazada a la Noelia y el Chino abrazó a Luna.

Venganza a la yuta, sollozaba la madre de Braian. La directora y un profesor vieron que la mujer se había desplomado junto al cajón, se arrimaron enseguida, pero cuatro de sus hijos se acercaron a abrazarla y a ayudarla a levantarse.

Al otro le decían Chino, no era del barrio, le murmuraba una de las profesoras a otra. Parece que se juntaba siempre con los chicos. No asistía a nuestra escuela. Las chicas, tengo entendido, que son las del grupo de siempre, las que andaban con ellos todo el tiempo, Yésica, Luna y Noelia.

Al final yo también fui. Yo iba atrás. Porque en realidad no quería ir. Qué sé yo. La última vez había sido un quilombo, y encima en casa se enteraron y me cagaron a palos. Al Braian no le dicen nada, al contrario, lo aplauden. Fui porque el Braian, el Pulga y el Chino son mis amigos. El Pulga es más nuevo en el grupo. Lo rajaron de la escuela donde iba y entonces se vino a la nuestra. Yo iba atrás, porque posta que no quería ir.

Iban abrazados. Chino se reía con Luna, le susurraba cosas tiernas, divertidas, y se reía. El perfume de ella le hacía sentir unas implacables ganas de besarla, todavía no se habían besado. El pelo negro y lacio de Luna de vez en cuando rozaba su cara, entonces sus ojos pequeños y alargados brillaban cada vez más. La risa se apoderaba de él y le miraba la cara blanca, como una luna, y esos ojos verdes siempre brillosos y reía. Chino se sentía feliz. La abrazaba.

A la Luna le gusta el Chino, por eso siempre nos acompañaba, pero la última vez, la vez que zafamos, la Luna decidió que no iba a ir más. Me lo dijo cuando estábamos escondidos en los silos. Me lo dijo llorando, estaba asustada, y que le iba a avisar a la Yésica y a la Noelia. Parece que a la Noelia también le gustaba el Braian, como a la Yesy;

por eso venían, por el Braian. La Noelia decía que le gustaba uno de los hermanos del Braian, lo decía por la Yesy, para no lastimarla. Iban seguido a la casa del Braian y ahí conocieron a los hermanos. Ellos siempre están en quilombos. Por eso mamá no me dejaba ir ahí y ahora tampoco, ni a saludar a la familia.

Chino iba atento, miraba a Luna y a la vez a cada movimiento de Braian que caminaba delante de todos. En un momento, Braian se detuvo, giró hacia ellos y los miró fijo, puso su dedo índice en la boca y marcó silencio. Entonces, Chino soltó a Luna, pasó rápido junto a Noelia y Yésica, sin querer las empujó y siguió para ubicarse en primera fila. Pulga se adelantó y quedó junto a las chicas. Todos entendieron la señal de Braian, no debían moverse. Ahí estaban todos envueltos en un silencio abrumador, ese silencio que les resultaba asfixiante y placentero, ese silencio que tal vez luego era el grito del triunfo. Ese silencio, sin opción a nada más que a la espera de la orden final. Ese silencio que los envolvía en lo más profundo, bajo la oscura noche de pequeñas estrellas, que aguardaban quietas en el cielo, la llegada del sol esa madrugada.

Entonces el Braian movió la mano, nos avisó, y yo no quería ir, entonces tardé, me quedé atrás. Los vi que corrieron rápido todos juntos, y se metieron en el garaje de la señora y el Braian le daba y le daba piñas para asustarla y que se bajara del auto, y el Chino del otro lado del auto abrió la puerta para asustarla y también le daba piñas, y la mujer salió del auto y las chicas estaban en el garaje con el Pulga. El Braian le daba patadas a la señora que se había caído junto al auto, él quería que le diera las llaves, pero estaba oscuro y ella no las encontraba, entonces, gritaba y lloraba y le acercaba la cartera y el Braian más le daba. Se le había enganchado el saco rojo en la puerta del auto, era rojo como uno que tiene mi mamá y ella lloraba. Escuché los tiros, y me quedé así como duro y el Braian cayó arriba de la mujer que gritaba, yo seguí ahí, escondido y pensé que el Chino me había visto y que venía hacia donde yo estaba para esconderse conmigo, pero él corrió un poco más lejos del auto, un poco nomás porque lo vi después, con los ojos bien abiertos tirado en el medio de la calle. Su cara estaba seria, pegada en el asfalto, parecía que miraba, así como estaba, duro.

El novio de la mujer la vigilaba cuando entraba el auto a su casa. Era policía, le susurró la directora al profesor. Venganza a la Yuta se escuchaba una y otra vez entre los gritos y sollozos de los familiares y amigos.

Voy a ver al Pulga y a las chicas después, en la escuela, seguro que la semana que viene, porque suspendieron unos días las clases. Mamá no me dejó ir al velatorio. Voy a extrañar al Braian, él se sentaba conmigo al fondo junto a la ventana. Y mirábamos la calle, siempre.

 

 

María Ignacia Sansi nació en Córdoba el 4 de Noviembre de 1973. Desde 1974  reside en  la ciudad de Mar del Plata. Cursó sus estudios secundarios en el colegio Nacional Arturo Umberto Illia. Se recibió como profesora en Artes Visuales y Realizador con orientación en Pintura en la escuela Superior Martín Malharro. Participó de los talleres literarios del escritor marplatense Daniel Boggio. En Buenos Aires asistió al taller literario del escritor Vicente Battista.  Actualmente se desempeña como profesora de Educación Plástica en Escuelas secundarias Municipales y Provinciales. Recibió distinciones como Artista Plástica. Su libro de cuentos "Penumbras" obtuvo el Primer Premio de literatura Osvaldo Soriano 2007 en Mar del Plata. En el año 2014 el escritor y director de cine y teatro, Edgardo González Amer, adaptó los cuentos Mi amiga Macu, Calefón, La sonrisa del Delfin y EL Gay para la obra de teatro Muertas de Amor, una comedia de  desencuentros amorosos, basada en estereotipos y protagonizada por las actrices Anahí Martella y Karina Antonelli. En 2015 publicó  el libro de cuentos Cretinos (Editorial Gogol). En 2018 publicó “Tomate el 29” (Editorial Gogol)

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